422. Verano 1966

Poema #422.

Verano 1966.

 

Cuando me extiendo junto al mar,

existe el agua y su palpitación

y un cielo azul cuya profundidad

es demasiado grande para mí.

 

Sentir el mar, su lentitud viviente,

es la magnificencia y el olvido,

pero sentir la vida de los camaradas

en ser el camarada de uno mismo.

 

El cielo inmóvil tiene su razón, lo sé,

pero la razón que hay en nosotros

existirá aún cuando este cielo

hay sido borrado por el viento y el frío.

 

Antonio Gamoneda.

 

Poeta español nacido en Oviedo, en 1931. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de León, ciudad donde reside desde hace más de tres años. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1988; el Premio Europa 1993; y el Premio Cervantes, en 2006. Formó parte de la resistencia intelectual al franquismo. Su obra ha sido reconocida tardíamente como una de las voces importantes de la poesía española actual.

Soberbia es pensar que las razones contenidas en nosotros perdurarán luego de que el cielo se borre. Ese cielo, sin embargo, el de ese verano del ’66, se borra pronto, con el cambio de las estaciones; y continúa la razón de los camaradas, la lucha ante injusticias y durezas. Las estaciones cambian con vertiginosa velocidad, y uno aprende con ellas a escuchar sus ritmos, a seguirlos, a adaptarse a ellos. Todo aquel que ha escuchado hablar a Gamoneda por un rato, sabe ya que él insiste en decir que un poema es, para él, lo que ocurre entre una inexistencia y otra inexistencia. El poema «abre» allí un espacio, y se instaura, nada más que un instante, un trazo de la memoria.

@SaetasdeLuis

224. [Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido]

Poema #224.

 

Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:

yo porque tú eras lo que yo más amaba

y tú porque yo era el que te amaba más.

Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:

porque yo podré amar a otras como te amaba a ti

pero a ti no te amarán como te amaba yo.

 

Ernesto Cardenal.

Poeta, sacerdote y político nicaragüense nacido en 1925. Terminó el bachillerato con los Jesuitas y se licenció en Filosofía y Letras por la UNAM. Desarrolló una vasta actividad cultural como poeta, escultor y antólogo, participando además en la lucha contra la dictadura. Una vez derrocado Somoza, fue nombrado Ministro de Cultura por el Régimen Sandinista. Obtuvo el Premio Pablo Neruda en 2009. Un epigrama es una composición poética breve que expresa con precisión y agudeza un asunto usualmente festivo o satírico, es como la picada de una abeja.

Ambos pierden en una separación, pero indudablemente uno pierde más que el otro. El poeta, con otro de sus epigramas amorosos, realiza otra cruda venganza ante la amada, asegurándole que aunque él podrá amar a otras como la amó a ella, ella jamás encontrará alguien que ame como él. Soberbia pura.

@SaetasdeLuis

152. Mucho más allá

Poema #152.

Mucho más allá.

 

¿ Y si nos vamos anticipando

de sonrisa en sonrisa

hasta la última esperanza?

 

¿Y qué?

¿Y qué me das a mí,

a mí que he perdido mi nombre,

el nombre que me era dulce sustancia

en épocas remotas, cuando yo no era yo

sino una niña engañada por su sangre?

 

¿A qué , a qué

este deshacerme, este desangrarme,

este desplumarme, este desequilibrarme

si mi realidad retrocede

como empujada por una ametralladora

y de pronto se lanza a correr,

aunque igual la alcanzan,

hasta que cae a mis pies como un ave muerta?

Quisiera hablar de la vida.

Pues esto es la vida,

este aullido, este clavarse las uñas

en el pecho, este arrancarse

la cabellera a puñados, este escupirse

a los propios ojos, sólo por decir,

sólo por ver si se puede decir:

«¿Es que yo soy? ¿Verdad que sí?

¿No es verdad que yo existo

y no soy la pesadilla de una bestia?»

 

Y con las manos embarradas

golpeamos a las puertas del amor.

Y con la conciencia cubierta

de sucios y hermosos velos,

pedimos por Dios.

Y con las sienes restallantes

de imbécil soberbia

tomamos de la cintura a la vida

y pateamos de soslayo a la muerte.

 

Pues esto es lo que hacemos.

Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa

hasta la última esperanza.

 

Alejandra Pizarnik.

Poeta argentina, nace y muere en Buenos Aires (1936-1972). Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires, posteriormente viajó a París donde estudió Literatura Francesa en La Sorbona y trabajó en el campo literario. Es considerada una importante representante del surrealismo poético. Este es el cuarto poema suyo que publicamos en Trazos de la memoria.

Hay poemas que, cuando los leemos por primera vez, representan un extraordinario hallazgo que nos sacude y nos asombra. Mi primera lectura de este poema fue así, y aún no deja de sorprenderme cada una de sus relecturas, así como todo lo que contiene en sí mismo, todo lo que dice de forma directa o velada, todo lo que permite pensar y sentir. Y no es sólo lo que dice, sino la forma en la que lo hace, comenzando con una duda que desarrolla y finalmente resuelve: «Pues esto es lo que hacemos. Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza.»

La vida y la muerte siempre se disputan espacios y, soberbios, nos entregamos a la vida y pateamos a la muerte. No sólo nos entregamos, la tomamos de la cintura y la hacemos nuestra. La «realidad retrocede como empujada por una ametralladora» y es parte de la vida empujarla, perseguirla, deshacerla y rehacerla, «pues esto es la vida», entregarse, clavarse las uñas, aullar; deshacerse, desequilibrarse, existir.

@SaetasdeLuis

120. Desengaño de la exterior apariencia con el examen interior y verdadero

Poema #120.

Desengaño de la exterior apariencia con el examen interior y verdadero.

 

¿Miras este gigante corpulento

que con soberbia y gravedad camina?

Pues por de dentro es trapos y fajina,

y un ganapán le sirve de cimiento.

 

Con su alma vive y tiene movimiento,

y adonde quiere su grandeza inclina;

mas quien su aspecto rígido examina

desprecia su figura y ornamento.

 

Tales son las grandezas aparentes

de la vana ilusión de los tiranos:

fantásticas escorias eminentes.

 

¿Veslos arder en púrpura, y sus manos

en diamantes y piedras diferentes?;

pues asco dentro son, tierra y gusanos.

 

Francisco de Quevedo.

Escritor español nacido en Madrid en 1580 y fallecido en 1645. Nadie resume como él lo que fue la España del Barroco. Quevedo es conocido principalmente por su poesía, sin embargo escribió piezas de teatro, textos filosóficos, entre otros.  Hemos publicado con anterioridad dos de sus poemas amorosos. Éste pertenece a la musa Polimnia, según la división de sus poemas de acuerdo a las Musas, y «canta exprimiendo las costumbres del hombre y las procura enmendar».

El soneto embiste directamente contra los poderosos, como muchos otros poemas de Quevedo, aprovechando para comparar la diferencia entre lo que es la apariencia física y la verdadera; se extrapola a cualquier persona, y a cualquier momento de la historia. Resulta problemático idealizar a una figura de poder, olvidar que es humana y es tal como cualquiera de nosotros. La distancia resulta en una «grandeza aparente», una «vana ilusión» que acrecienta el poder de los tiranos. No importa todo lo Grande y poderoso que pueda ser, dentro son, igualmente, «tierra y gusanos.» Suele ser importante que recordemos esto con muchos gigantes soberbios que se creen grandes águilas de soberbia y gravedad, «pues asco dentro son.»

Algunos términos que pueden causar confusión: gigante, se refiere también metafóricamente a los poderosos y los Grandes de España; la fajina es leña menuda, astillas y desechos; un ganapán es un individuo de poco valor, cualquiera; el púrpura era el color de la realeza.

@SaetasdeLuis